CAPERUCITA ROJA
Lic. Dairo Teherán Simanca
Había una vez una niña muy bonita que vivía en El Carmen de Bolívar. Se llamaba Caperucita Roja. Su madre le había hecho unas botas rojas y la muchachita las llevaba siempre puestas.
Un día, su madre le pidió que llevase un celular, porque era día de la madre; a su abuela que vivía al otro lado de la ciudad, en ovejas. Recomendándole que no se entretuviese por el camino, pues cruzar por el 46 era muy peligroso, ya que siempre andaba acechando por allí los delincuentes.
Caperucita Roja recogió la caja con el celular Nokia 3120, y se puso en camino. La niña tenía que atravesar el 46 para llegar a casa de la Abuelita, pero no le daba miedo porque allí siempre se encontraba con muchos amigos: el Gatoazul, el ratica y un ex novio “El Suzuki”.
De repente vio a un delincuente, que era enorme, delante de ella.
- ¿A dónde vas, niña?- le preguntó el delincuente con su voz ronca y olor a Ohm de Yanbal.
- Que le importa, además usted no sabe quien es mi abuela, entonces para que le cuento, le doy el correo… -le dijo Caperucita Roja.
-Voy a buscar en internet a ver donde vive la abuela de esta pelada, dándose media vuelta y entrando en un café internet.
Caperucita Roja pasó por el arroyo alférez, entreteniéndose viendo las especies: - El delincuente se ha ido -pensó-, no tengo nada que temer. La abuela se pondrá muy contenta cuando le lleve una hermosa tórtola, además del celular Nokia 3120.
Mientras tanto, el delincuente buscó en internet donde vivía la abuela y se fue a la casa de la Abuelita, cogió una moto taxi para llegar más rápido y cuando llegó llamó suavemente a la puerta y la anciana le abrió pensando que era Caperucita Roja. Los Power Ranger que pasaban por allí habían observado la llegada del delincuente.
El delincuente atracó a la Abuelita y se puso el gorro rosa de la desdichada, se metió en la cama y cerró los ojos. No tuvo que esperar mucho, pues Caperucita Roja llegó enseguida, toda contenta, extrovertida y folclórica.
La niña se acercó a la cama y vio que su abuela estaba muy cambiada.
- Abuelita, abuelita, ¡qué ojos más grandes tienes!
- Son para verte mejor, nena- dijo el delincuente tratando de imitar la voz de la abuela.
- Abuelita, abuelita, ¡qué orejas más grandes tienes!
- Son para oírte mejor- siguió diciendo el delincuente.
-Ahhhh pero pregunta por la parte de los dientes niña, esta niñita si anda con rodeos –pensó el delincuente-
- Abuelita, abuelita, ¡qué dientes tan blancos y grandes tienes!
- Son para... ¡comerte mejoooor!- y diciendo esto, el delincuente malvado se lanzó sobre la niñita y la ato de manos y pies para robarla, lo mismo que había hecho con la abuelita.
Mientras tanto, Los Power Ranger se habían quedado preocupados y creyendo adivinar las malas intenciones del delincuente, decidieron echar un vistazo a ver si todo iba bien en la casa de la Abuelita. Pidieron ayuda a las Tortugas Ninja, juntos llegaron al lugar. Vieron la puerta de la casa abierta y el delincuente tumbado en la cama viendo HBO, dormido de tanto mote de queso que había comido.
Los Power Ranger y las Tortugas Ninja se abalanzaron contra él, kiubo parcero sorpresa, utilizando sus poderes pero el delincuente con su navaja era un Pedro navaja. Después de un largo combate vencieron al malvado, y lo entregaron a la policía. La Abuelita y Caperucita estaban allí, ¡vivas! Pidieron autógrafos y listo para castigar al delincuente malvado, lo llevaron a la cárcel de Ternera pagando una sentencia de 50 años.
En cuanto a la niña y su abuela, no sufrieron más que un gran susto, pero Caperucita Roja había aprendido la lección. Prometió a su Abuelita no hablar con ningún desconocido y menos darle el e-mail. De ahora en adelante, seguirá juiciosa sin ir a rumbas, pero con las botas rojas.
-Y colorín colorado este cuente se ha acabado-.